Déjate llevar (al huerto) : Dejarse llevar suena demasiado bien
¡Cuánta verdad en la canción de Vetusta Morla titulada “Dejarse llevar suena demasiado bien”!
Imposible contar las veces que alguien nos ha dicho “déjate llevar” como sinónimo de “no te preocupes” o “todo se arreglará” o “escúchate a ti misma”. Y aunque pueda parecer fácil hacerlo, a menudo no lo es. Y si no, que se lo pregunten a Bill Clinton, que se dejó llevar por Monica Lewinsky en el Despacho Oval y luego pasó lo que pasó… En su caso, Clinton se dejó llevar al desastre, sin duda.
En el fondo, quizá se trata de saber dónde estamos y adónde queremos ir antes de dejarnos llevar. Si entendemos la expresión como una invitación a seguir nuestro instinto, vale, pero si la entendemos según la definición estricta que figura en el diccionario, mal asunto. Según la RAE, “dejarse llevar” significa “tener voluntad débil para seguir la propia opinión”. ¿Es eso lo que queremos de verdad? Si estamos tan mal como para anular nuestros deseos y columpiarnos en los de otras personas, está claro que las posibilidades de final feliz se reducen.
CONCLUSIÓN: dejarse llevar está muy bien como concepto, siempre que lo hagamos desde la plena consciencia y conciencia. Si lo hacemos en un momento bajo o cuando consideramos que hay mucho “ruido” en nuestra vida, dejarse llevar es un riesgo añadido. No hay soluciones unánimes sobre qué hacer o no hacer, quizá solo algunos consejos. La próxima vez que alguien os invite a dejaros llevar y no estéis seguras de aceptar la invitación, preguntaos primero por quién, hacia dónde y con qué fin se supone que debéis dejaros llevar. Son preguntas que, aunque parecen inofensivas, son muy difíciles de formular y de contestar, porque, no nos engañemos, “dejarse llevar suena demasiado bien”…
Vetusta Morla – “Dejarse llevar suena demasiado bien”
Acerca de la autora
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