Publicado el febrero 1st, 2016 | por InOutRadio
1Déjate llevar (al huerto): La huerta de las Getsemaníacas
La tristeza
Susa y sus amigas salen del Cenáculo, el restaurante de moda ubicado en la parte alta de la ciudad, y recorren el camino de vuelta a casa hacia su barrio, el Monte de las Olivas, por la escala de los Macabreos. De repente, Susa siente en su alma una tristeza extraña que deja a todas sin saber qué decir ni cómo consolarla. Pero todas la siguen en aquel camino iluminado por la luna de abril.
Susa llega con sus amigas, que se hacen llamar “Las Discípulas”, a una finca llamada Getsemaní, y Susa les dice: “sentaos aquí mientras voy allá a llorar". Susa tiene el alma en tensión. Las emociones de la cena la llevan a una vigilia del alma que quiere entregarse del todo. Ocho de las doce Discípulas se han quedado por el camino, en La Cueva, tomando unas copas para resguardarse del relente de la noche y librarse de los malos rollos de Susa. Las demás, las más fieles y entregadas, se han quedado con Susa para intentar animarla, pero Susa no puede con su alma, y así se lo expresa: “Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo. No se trata de una batalla cualquiera, sino de un amor que va a sufrir la mayor dificultad”.
Susa llora
Susa tiene presente todo el sufrimiento de la ruptura. De esto se trata, de amar a pesar de los pesares. Y vienen la angustia, el desasosiego, las lágrimas, el desaliento… Experimenta los efectos del pecado en su alma, especialmente la separación de Krista, que es lo más difícil, como un comienzo del descenso a los infiernos que ocurrirá después de la muerte. Es un anonadamiento en su alma. Pero no cede, sigue rezando, y sigue amando a Krista, que fue suya hasta ayer, y ama también a las mujeres todas, a pesar de ser todas ellas causantes de su dolor.
Y adelantándose un poco, Susa se postra rostro en tierra mientras ora, diciendo: “Krista mía, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero que no sea como yo quiero, sino como quieras tú”. En ese mismo instante, se le aparece una tal Ángela para confortarla. Y entrando en agonía, Susa ora con más fervor, y su sudor frío viene a ser como gotas de sangre que caen sobre la tierra. Todo el cuerpo de Susa está empapado en ese extraño sudor de sangre, y la angustia de su alma llega a ser terror; pero no la vence, no desiste Susa de su empeño por entregarse. Quiere la voluntad de Krista, que es la suya, no la del cuerpo que se resiste a olvidarla, lleno de pavor.
Las Discípulas se duermen
En este estado, Susa necesita el consuelo de sus amigas, pero al volver del retiro lloroso las encuentra dormidas. Fuera de sí, grita a Petra: “¿Ni siquiera habéis sido capaces de velar una hora conmigo?". Pero enseguida Susa se rehace y se vuelca en aquellas que no saben, ni pueden, hacer más, y les dice: "Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil".
El sueño de Las Discípulas tiene también una causa infranatural: es la diablesa encarnada en el recuerdo de Krista, que envuelve en sus tinieblas las mentes y los espíritus de todas. Susa no lucha sólo contra su debilidad sino contra la princesa de las tinieblas, que está desplegando todo su poder; y ellas, sus amigas, sin oración no son nada, pero ahora mismo no pueden orar porque están demasiado borrachas.
Finalmente, Susa comprende y dice a Las Discípulas: “dormid ya y descansad; mirad, ha llegado la hora, y la hija de la Reme, que soy yo, va a entregarse a las manos de las pecadoras. De ahora en adelante, nada de pareja estable. ¿Para qué? ¿Para que me abandone después de cinco años por una pelandusca sin estilo? No, chicas, no, a partir de hoy me dejaré llevar por mis bajos instintos, saltaré de cama en cama, disfrutaré todos los cuerpos, probaré todas las bocas… Quiero sentir de nuevo la pasión, aunque sé de sobra que jamás volveré a sentir la Pasión de Krista”.
FUENTE: http://es.catholic.net/cristologiatodoacercadejesus/552/1326/articulo.php?id=3884
La Polli - Carme Pollina
Este post os ha salido buenísimo!!