Déjate Llevar (al huerto): 'El huerto del monasterio'
Cuenta la leyenda que allá por los años sesenta, en el monasterio de Les Tríbades, en el sur de Francia, convivía una feliz congregación de monjas de cla-usura. Eran conocidas como las Hermanas Usureras del Copón, porque vivían de prestado y de prestar dinero a muy alto interés, y todo el dinero que ganaban con sus préstamos lo guardaban en una gran copa, un copón de oro del siglo XVI. Además, para ganar más dinero todavía y poder gastarlo en crucifijos, rosarios y bolas chinas, las monjas cultivaban su propio huerto en el patio de atrás del convento, al que se accedía por una puerta secreta que daba al claustro.
Las hermanas cultivaban de todo con esmero: nabos, zanahorias, berenjenas, pepinos… Lo plantaban para su propio disfrute y vendían los excedentes a las poblaciones colindantes para seguir amasando su pequeña fortuna. De día, las hermanas oraban y oraban mientras laboraban y laboraban en el huerto… Y de noche, oraban y oraban mientras se horadaban y se horadaban con todo lo que habían recolectado durante el día. Su vida era feliz y completa, su existencia las llenaba y las satisfacía plenamente, gracias a su huerto.
Pero, de vez en cuando, alguna novicia recién llegada se estresaba de tanto orar y horadar, orar y horadar… Y entonces, sus hermanas, en señal de apoyo y afecto, la llevaban al huerto de noche para contemplar las estrellas y ayudarla en sus esfuerzos por interiorizar la regla que regía su orden: “orar, laborar, horadar”.