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Publicado el octubre 13th, 2020 | por InOutRadio

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Desconocida & Fascinantes: 'Katherine Mansfield, la diosa de los diarios por Thais Morales'

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Todo está relacionado. El hilo de Ariadna de las D&F nos lleva hoy a hablar de Katherine Mansfield, una escritora de Nueva Zelanda que murió cerca de París, en el instituto Gurdjieff de Fointainebleau, ¿recordáis este nombre? Gurdjieff fue el maestro espiritual de una vieja conocida de esta sección, Margaret Anderson, la fundadora de The Little Review. Segunda conexión con nuestras D&F de este hilo caprichoso e infinito de Ariadna: Mansfield murió de tuberculosis, enfermedad a la que dedicó parte de su vida Alberta Lucille Hart, del que hablamos también hace unas semanas por ser el primer transexual de mujer a hombre de Estados Unidos.

Katherine Mansfield es la escritora más famosa de Nueva Zelanda. En realidad se llamaba Kathleen Beauchamp y nació 1888, en Wellington, ciudad que abandonó para ir a estudiar a Londres, al Queen’s College, con sus hermanas. Allí conoció a la que sería su compañera inseparable durante toda su vida: la escritora Ida Baker. Para entender la relación que mantuvieron sirve apuntar, como detalle significativo, que el segundo nombre de Baker era Constance y que esta cualidad era uno de los rasgos de su carácter en su relación con Katherine. Ida fue, como su segundo nombre indica, constante como la confidente de Katherine, como su compañera, como su ama de llaves y como su enfermera. Y Katherine correspondió a esa fidelidad y a esa solidez llamándola ‘mi montaña’, ‘mi esclava’ o el más poético, ‘mi albatros’.

Además de Ida y antes de que su relación se consolidara del todo, Katherine vivió dos historias con sendas mujeres, que le llevarían a escribir su único relato explícitamente lésbico en 1907, ‘Leves amores’. Se trata de un cuento de una página que explica una cita entre dos mujeres que van a cenar y a la ópera. Y en el que lo que no se cuenta es lo más evidente.

La primera de sus amantes fue Maata Mahupuku, hija de una mujer occidental y del hermano del jefe aborigen, Tamahau Mahupuku, de los Wairarapa. Maata conoció a Mansfield en 1900 cuando las dos iban a la escuela de Miss Swainson en Nueva Zelanda. Es probable que su relación comenzara antes de que Mansfield viajara por primera vez a Londres, donde se reencontraron en 1906. Aunque en aquella época londinense Katherine ya estaba saliendo con Ida Baker, su idilio con Maata continuó cuando las dos regresaron a Wellington. En junio de 1907 escribió: “Quiero a Maata, la deseo desesperadamente. Es impuro, pero es real”.

La segunda relación de aquella época fue con Edith Bendall. Bendall era nueve años mayor que Katherine y fue la escritora quien se atrevió a dar el primer paso invitándola a quedarse en su casa una noche que sus padres no estaban. El 1 de junio de 1907, Mansfield escribió en su diario: “He pasado la noche en sus brazos y hoy la odio, algo que si lo analizo significa que la adoro; que no puedo estar en mi cama sin sentir la magia de su cuerpo. Siento de manera mucho más poderosa los impulsos sexuales estando con ella que con un hombre. Me esclaviza, me seduce, y a toda ella y a su cuerpo los adoro”.

Edith Bendall se casó con un maestro de escuela y murió a la longeva edad de 107 años, en 1986. Cuando falleció ya había olvidado su matrimonio, pero aún recordaba su relación con Katherine. Se sabe que guardó las cartas de la escritora durante casi toda su vida, aunque se desconoce dónde fueron a parar tras su desaparición.

En 1907 la relación de Katherine con su familia iba a cambiar. Fue el año que escribió el relato ‘Leves amores’. Tras redactarlo a mano, le pidió a la secretaria de su padre, Mattie Putnam, que lo pasara a máquina. Mattie, inquieta ante lo que acababa de leer, se lo mostró al señor Mansfield y es más que probable que aquella lectura inesperada desencadenara una tormenta de problemas que finalizó el día que Katherine abandonó Nueva Zelanda, en 1908, para no volver nunca jamás.

Se fue a Londres, con una asignación mensual de 100 libras, y en la capital conoció a D. H. Lawrence y a Virginia Woolf. Pero en Londres no todo iba a ser perfecto para la joven Mansfield. En aquellos años conoció a un chico llamado Garnet Trowell, del que se quedó embarazada. Aquel segundo escándalo después de la escritura de ‘Leves amires’, exigió la presencia de su madre, Annie, en Londres a principios de 1909. La señora Mansfield recogió a su hija y se la llevó a Bad Wörsihofen, un sanatorio de Baviera, para mantener el embarazo en secreto y, de paso, curar a su hija de su lesbianismo. Annie estaba al corriente de la relación de Katherine con Ida Baker y no le hacía muy feliz saber que su hija mantenía esa clase de relaciones. El primer ‘problema’ de Katherine, el embarazo, acabó pronto, ya que la escritora sufrió un aborto. El segundo, en cambio, perduró hasta el final de sus días.

Y eso que Katherine empezó en 1911 una relación con el editor John Middleton Murry, con el que acabó casándose en 1918 para formar un matrimonio complicado, por llamarlo de alguna manera, debido a la presencia constante de Ida Baker en la vida de la escritora.

En diciembre de 1917, enfermó de tuberculosis y comenzó a viajar por Europa en busca de una cura para su enfermedad. Finalmente eligió un balneario, el centro Gurdjieff, cerca de París para quedarse una temporada. Como suele ocurrir en estos casos de marcado aire romántico, el apogeo y la madurez creativa de Mansfield coincidió con el final de su corta vida. El 9 de enero de 1923, a los 34 años, Katherine Mansfield murió a causa de una hemorragia después de subir corriendo unas escaleras para demostrarle a  John Middleton, que había ido a visitarla, su recuperación.

Unos días antes había escrito en su Diario: “Quiero la tierra y sus maravillas: el mar, el sol. Quiero penetrar en él, ser parte de él, vivir en él, aprender de él, perder todo lo que es superficial y adquirido en mí, volverme un ser humano consciente y sincero. Al comprenderme a mí misma quiero comprender a los demás. Quiero realizar todo lo que soy capaz de hacer… trabajar con mis manos, mi corazón y mi cerebro. Quisiera tener un jardín, una casita, hierba, animales, libros, cuadros, música. Y sacar de todo esto lo que quiero escribir; expresar todas estas cosas… Quiero vivir la vida cálida, anhelante, viva, tener raíces en la vida, aprender, desear, saber, sentir, pensar, actuar, eso es lo que quiero, a donde debo tratar de llegar”.

Los Diarios de Mansfield son su gran obra. Los escribió sin pensar que iban a ser publicados, lo que les otorga la cualidad de la sinceridad absoluta e incondicional, de manera que leerlos es como leer el proceso de su mente: cómo creaba escenas, cómo utiliza hechos de la vida cotidiana para trabajarlos creativamente después. “Cuando escriba sobre el violín debo recordar ese modo de subir levemente y de hundirse lastimeramente; el modo cómo busca”, escribe en sus cuadernos. O, en otra entrada: “Lumbago. Es algo muy extraño. Tan inesperado, tan doloroso; debo recordarlo cuando escriba sobre un viejo. El gesto de levantarse, la pausa, la expresión enfurecida, y, cómo, por la noche, en la cama, uno tiene la impresión de quedar aherrojado”.

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Katherine  fue una escritora nata. Ni siquiera cuando alcanzó cierta fama creyó haber logrado un mínimo grado de perfección narrativa. “Sólo estoy rozando la superficie, estoy en la superficie”, decía una y otra vez en sus diarios, en los que la actitud hacia su obra es sana, austera, humorística. Huye de la vanidad, de los celos literarios y, aunque en los últimos años de su vida supiera que era una autora de éxito, no hay ni una sola alusión al respecto.

Para acabar anotaré dos las opiniones de dos diosas de la literatura: Virginia Woolf y de la escritora brasileña, Clarice Lispector.

“Katherine Mansfield”, decía la Woolf, “ha producido la única literatura que me ha hecho sentir celos.  Sus escritos son el espectáculo de una mente privilegiada”.

Clarice Lispector, dijo de ella: “A los 15 años entré en una librería y uno de los libros que abrí contenía frases tan diferentes que me quedé leyendo, atrapada, allí mismo. Emocionada, pensé: “Pero si este libro soy yo”.  Sólo después me enteré de que Katherine Mansfield está entre los mejores escritores de su época”.

Sobre la escritora

Ihimaera, Witi. ‘Dear Miss Mansfield: A Tribute to Kathleen Mansfield Beauchamp’. Viking Press. En esta obra se incluye la novela ‘Maat’, donde el autor recrea la historia de amor entre Mansfield y Maata.

Obras de Katherine Mansfield

‘Cuentos completos’. Alba editorial

‘Diario’. Ediciones B / Bolsillo

‘En un balneario alemán’. Alba editorial



 

 

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Acerca de la autora

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