MUJERES EN BLOG – Cáscara Amarga
Cáscara Amarga
Al amparo de esta expresión con mucha historia, CÁSCARA AMARGA, desarrolla sus actividades una página web que tiene por objetivo informar sobre el colectivo LGBT y contribuir a combatir los prejuicios contra gais, lesbianas, transexuales, bisexuales, queer y cualquier persona que se aparte de la heteronormatividad.
Sepamos más acerca de las personas de “cáscara amarga” gracias al artículo publicado en ‘La Voz de Galicia’ por Fernando Ríos que se recoge precisamente en la web CÁSCARA AMARGA:
Los de la cáscara amarga
Quien por primera vez oiga hablar de los de la cáscara amarga se preguntará quiénes son las personas a las que se identifica de tal guisa. Según la época en que se haya empleado o se emplee, la frase hace referencia a distintos tipos humanos.
Hasta el siglo XIX, los de la cáscara amarga eran la gente del bronce, la de vida airada. La definición que subsiste en el Diccionario («travieso y valentón») no dice mucho al lector de hoy. A mediados del XIX los definió con más detalle Ramón Joaquín Domínguez, para quien eran los valentones y perdonavidas, audaces espadachines; los muy díscolos, revoltosos, y turbulentos; los de pincho en liga para lo que se ofrezca, y otros entes por el estilo: «La gente que por vulgaridad llaman de la Hampa o Cáscara amarga» (Alonso Carrió de la Vandera, El lazarillo de ciegos caminantes, 1749).
Con el paso del tiempo, los de la cáscara amarga pasaron a ser los de ideas avanzadas. Con el sentido de “progresista” emplea abundantemente la expresión Pérez Galdós, que en La de los tristes destinos (1907) escribe: «Amigo Ibero, siempre fui de la cáscara amarga tirando a democrático…».
Delibes plasma en Cinco horas con Mario (1966) el sentido que se le daba en la posguerra: «Por mucho que te rías, Mario, don Nicolás es un hombre de la cáscara amarga, no sé si de Lerroux o de Alcalá Zamora, pero significado y, desde luego, muy rojo».
Decir de alguien que era de la cáscara amarga siempre tuvo un tono despectivo, lo que lo ha hecho adecuado para aplicárselo a los homosexuales, para herir o por remilgo. «Mucho peor hubiera sido -escribe Ángel Vázquez en La vida perra de Juanita Narboni (1976)- que te hubiera salido de la acera de enfrente, de la cáscara amarga, ya sabes lo que te quiero decir, como Adolfito». Aunque algunos han despreciado la intención y emplean la cáscara amarga con otros fines, como dar nombre a un portal web que bajo el lema «Información desde la otra acera» trata de combatir los prejuicios contra homosexuales, lesbianas, transexuales… ¡Cáscaras!
http://www.cascaraamarga.es/quienes-somos.html
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