!KTsaLes! ¿Eres lesbiana? Vale, pero, de cambio de sexo… ¡Ni hablar!
¿Eres lesbiana? Vale, pero, de cambio de sexo… ¡Ni hablar!
Así podría resumir mi salida del armario. Fijaos si lo hice mal que ni siquiera logré ser la protagonista de la historia, porque la frase del titular no es mía, evidentemente… ¡Es de mi madre! La mujer fue tan aguda en aquel momento, y su comentario me impactó tanto, que consiguió grabármelo a fuego en mi mente y ahora, siempre que cuento mi salida del armario tengo que empezar hablando de ella.
Estoy convencida de que hay tantas maneras de salir del armario como personas homosexuales corren por el mundo. Por lo tanto, mi testimonio no pretende ser ejemplo de nada. Todo lo contrario, creo que, si estas líneas pueden servir para algo, es para que nadie cometa el mismo error que yo: decir al mundo que era lesbiana estando en mis horas más bajas. De hecho, no salí porque quisiera hacerlo en aquel momento, lo hice por necesidad vital, porque me estaba ahogando, porque tenía que hacerlo para no caer en un pozo muy hondo. Mi familia más próxima me veía mal, no entendía por qué había dejado a mi novio de toda la vida, por qué había dejado mi trabajo y por qué, a pesar de estar mal, seguía empeñada en vivir alejada de ellos en lugar de volver al hogar familiar y dejarme arropar. Y yo sentía, cuando mi confusión interna me permitía pensar con cierta lucidez, que les estaba engañando si no les contaba toda la verdad. Pero no podía hacerlo porque no me sentía preparada.
Hasta que un día aparentemente normal dentro de mi miseria llegué a casa de mis padres (de mi padre y de mi madre, se entiende), y de mi queridísima abuela, que siempre vivió con nosotros. Mi hermano se había casado años antes (con una mujer, se entiende) y vivía en su propia casa, en la misma ciudad. Introduje la llave en la cerradura, di un cuarto de vuelta y abrí la puerta al mismo tiempo que quise saludar con un “hola”. Y digo “quise” porque lo que salió de mis cuerdas vocales no fue un saludo sino una petición de ayuda en toda regla, un S.O.S. articulado en forma de un “hola” lánguido y mortecino con que mi angustia interior trataba de abrirse paso hacia el exterior. Recordaré aquel “hola” mientras viva, porque yo misma fui la primera sorprendida al escucharlo.
Lo siguiente que recuerdo es a mi madre, a mi padre y a mi abuela asomando la cabeza al pasillo, los tres a la vez y con cara de preocupación, para preguntarme, también al unísono: “¿qué te pasa?”. Y también me acuerdo de mí misma, luchando para no darme por vencida aún y tratando por todos los medios de recomponer la voz antes de contestar: “¿A mí? Nada, ¿qué me va a pasar? ¿Cómo estáis?”
Pero no logré engañarles. Estuvieron toda la tarde observándome de reojo los tres, controlando todo lo que hacía y decía. Y claro, yo me ahogaba más todavía. Cené con ellos en silencio y me fui a dormir. No pegué ojo. Al día siguiente, sábado, desayuné con mi madre y le pregunté si quería venir conmigo a pasear. Y la mujer, extrañada porque yo jamás había ido de paseo con ella, me dijo que sí, que claro, que por supuesto. Y salimos las dos. Y anduvimos. Y le conté lo mío. Y ella me soltó su gran frase. Y yo me reí mientras le decía que no se preocupara, que me sentía muy a gusto siendo una mujer. Me reí por primera vez en algunos meses, al darme cuenta de que decir “soy lesbiana” a mi madre había resultado mucho más fácil de lo que había imaginado. Me sentí ridícula por haber dejado que el miedo me atenazara.
Durante los días siguientes, mi madre montó un dispositivo increíble para hacerlo saber al resto de familiares próximos y también a los más lejanos. Al cabo de pocos días, todo el mundo estaba enterado. Mi padre me dijo que había pasado una noche en blanco pensando en ello pero que ya lo había aceptado; mi hermano, que se había quedado mucho más tranquilo, porque, viendo mi estado de los últimos meses, se temía que estuviera gravemente enferma; a mi abuela no se lo dijeron, pobrecilla, pero lo descubrió por sí misma, porque era muy viva a pesar de su avanzada edad, y al cabo de un mes, aproximadamente, fue ella quien me preguntó si la chica esa con quien quedaba tan a menudo era mi novia. Le respondí que sí y le pregunté su opinión, y ella me dijo que era mi vida y que tenía que vivirla como yo quisiera. ¡Olé mi abuela!
Hoy haría las cosas de otra manera, claro. Hablaría con todos y lo diría con alegría y orgullo, que es como hay que salir del armario. Pero las cosas ocurren cuando ocurren, y no se puede cambiar el pasado.
4 comentarios



Ole tu, wapa! Un beso…
Aun no se ni como lo hice y cada poco que lo comento es una salida de armario mas para mi, porque pase por varias etapas, primero mi hermano menor donde los dos nos confesamos que eramos homosexuales,y nos encontramos en la parada de bus llorando abrazados, y riendo ya no estabamos solos con ello!!
luego mi padre fue mas dificil,al menos para mi hermano que se comio un cacheton, previo al mio,yo con la chica de ese momento el amor para mi en casa se lo dije,y si no se interpone mi hermana de doce en aquel entonces, pues no se que hubiera pasado igual , el segundo cacheton fue para mi, un tanto todo muy violento estuvimos siete años sin hablarnos,nos hecho de casa y donde iba yo iba mi hermano, y asi fue todos juntos a vivir ……mi hermanita de doce en aquel entonces lo tomo muy dulcemente y solo dijo son mis hermanos y los re quiero,me mato!!
pero el tiempo y en medio mi hermano menor de los tres fallecio,todo
cambio mi padre nos empezo aceptar ;hasta hoy que es el mejor amigo de ambos y se lleva super con mi cuñado, mi hermano s ecaso hace nueve años y vive por las europas jajaa !!
Luego salir del armario para los amigos,los he perdido a todos, solo Cecil que es lo MAS!!! y aun estamos dia a dia con la amistad, y su novio es re amigo mio,nuevos amigos todo genial tengo mas amigos heteros que gays,luego el reecuentro con compañeras de escuela primaria, despues de 20 años o mas???? delato mi edad jaja,que fue la salida de armario mas larga y mas completa que tuve,y la mejor porque se han quedados encantadas todas conmigo eso me levanto el ego y mucho aunque algunas por lo bajo hacian sus comentarios pero la mayoria,lo tomo como lo que debe ser algo muy natural y ya comun aqui luego de la ley de matrimonio,y pues eso !!! resumido claro!
creo que lo mas dificil fue aceptarme a mi misma,y asumirlo para poder ser libre al mundo,lo demas no me importo tanto o al menos no lo sufri!!
besos
Pues te voy a contar la salida del armario de una novia que tuve, otro día, te cuento la mía,
Ahora vamos a lo que vamos.
Sevilla 1989, (esto me recuerda a las chicas de oro), En aquella época yo tenía una novia extremeña que se llamaba y se llama Sacramento, alias Sacri. Ella, es hija, hermana y cuñada de guardias civiles, y su padre fue trasladado a Sevilla, donde ya se encontraba el resto de la familia. Así que mis cuatro años de noviazgo con ella trascurrió en el cuarte de Eritaña, (al lado de la plaza España y el parque María Luisa, un lugar precioso), y restos de cuarteles de Andalucía, porque, cuando nos íbamos de vacaciones, nos trasladábamos de ocupa a otro de la costa donde estuvieran destinados su hermano o cuñados.
Por mi parte no sé como lo hice pero su familia me adoraba (y me adora) y pasaba la mayor parte de mis días, de mis findes, semanas, y sobre todo de mis noches, metidas en su casa, y en la cama de Sacri. Así que la relación se intuía pero de eso no se hablaba.
Estaban un Sábado los hermanos de ella preparando el cumpleaños del padre para esa noche, y nos tuvimos que hacer cargo por la mañana del cuidado de su sobrino Alejandro de tres años, lo dejamos viendo la televisión, mientras nosotros nos metimos en la cocina a preparar algo para almorzar, y ya se sabe el calorcito de la hornilla, la cervecita fresquita, la edad del merezco y quiero, pásame la sal, toma los filetes, la cocina estrecha, y las ganas y paso lo que tenía que pasa, cuando nos dimos cuenta, estábamos enredadas hasta la medula, hasta que sentí una manita en mi culo palmeándolo, paramos de repente, y allí estaba Alejandro nos sonrió y le dijo a Sacri, tita quiero agua. No le dimos importancia porque era muy pequeño.
Y llego el cumpleaños, estábamos todos allí, en el cuarte, hijos hijas, cuñados cuñadas, padre, madre, sobrinos, más guardias civiles compañeros de trabajo, con sus respectivas mujeres e hijos, demás familiares, y algún que otro acoplado, en total más de medio cuarte, y eso que Eritaña es grande. Después de los entrantes y cena, Lola, (hermana de Sacri), madre de Alejandro, con algunas copitas de más, en plan, pero mira que niño más guapo y que listo tengo, le dio por preguntarle al crío, “A ver Alejandro ¿quien es el novio de Ana?” y claro el chiquillo decía el nombre del marido “Alejandro ¿Quién es la novia de Agustín? Y el respondía el nombre de la mujer, y así varias hasta que tuvo la feliz idea, y con toda la mala leche del mundo, de preguntar, “Alejandro ¿Quién es el novio de Sacri?” Y el chiquillo sin pesárselo dos veces respondió a pleno grito, eufórico por su reciente descubrimiento, Mechi (yo) A lo que la madre, no contenta con una pregunta tuvo que hacer la segunda, como para arreglarlo, ¿Merchi?, ¿Y porque Alejandro? Y él para expresarse lo mejor que podía a pesar de su edad, se llevo los deditos a la boca y retirándolos y acercándolos dijo con voz de trapo “Porque yo a vito a tita y Mechi, mua, mua, mua a boca a cocina”
Claro que después de esto lo que nos quedaba era que se anunciaría en el anuario de la Guardia Civil.
Mercedes Casean
Oye me gusto como fue tu historia para salir del closet