Publicado el febrero 10th, 2020 | por InOutRadio
1Desconocidas & Fascinantes: Tórtola Valencia, la bailarina de los pies sabios por Paz Montalbán
Culta, libre, bella, moderna, autodidacta, viajera, desafiante, impulsiva, sensual, misteriosa, temperamental, cautivadora, contradictoria, ecléctica, precursora, exótica, políglota, insinuante, budista, vegetariana, coleccionista, republicana... En una palabra: legendaria.
Hablamos de la bailarina Tórtola Valencia una de las tres grandes de la danza de principios del s. XX.
Incomprendida en España en sus inicios para luego ser admirada en todos los escenarios. Fue musa de poetas y de intelectuales españoles ilustres. Aplaudida en países tan dispares como Alemania, Reino Unido, Francia, Austria, Dinamarca, Grecia, Estados Unidos, Rusia, Chile, Brasil, Cuba, Perú, Uruguay, México... En Hispanoamérica, donde tuvo un enorme éxito, conoció al amor de su vida: Ángeles Magret-Vilá.
También fue icono de la marca de cosméticos Myrurgia a la que prestó su imagen para “jabón la Maja”, fue retratada por pintores como Ignacio Zuloaga o Anglada Camarasa, entre otros.
Carmen Tórtola Valencia, nacida en Sevilla en el año 1882, de padre catalán y madre andaluza fue una mujer de dos caras: Carmen la mujer real y Tórtola Valencia, un personaje ficticio construido a conciencia, envuelto de historias sorprendentes -sobre todo en lo que se refiere a su vida amorosa o a su origen familiar- y con un halo misterioso que ella se encargaba de alimentar y que la hacían más fascinante -si cabe-.
Tórtola se educó en Londres en el seno de una familia de la alta burguesía que le proporcionó una formación muy amplia: cinco idiomas, estudios de danza, música y dibujo, ya que sus padres tuvieron que emigrar a México a buscar fortuna donde murieron al cabo de poco tiempo, dejándola huérfana.
Hay una fecha clave en su biografía: el año 1906 en el que muere el que fuera su tutor y Tórtola tuvo que tomar las riendas de su vida. Descartó contraer matrimonio porque consideraba que ello significaría encorsetarse, así pues debía ser una mujer independiente económicamente. Consciente de su situación decidió dedicarse profesionalmente a su gran pasión y vocación: la danza. Es en este momento en el que empezó a forjar su corpus estético y artístico que tanto impactó: la creación de las coreografías, la documentación rigurosa de otras tradiciones o el diseño del vestuario -que ella misma realizó-.
El año 1908 debuta en el Gaiety Theatre de Londres donde tuvo buena acogida. Poco después hizo una pequeña gira europea actuando en ciudades como Berlín, Viena o París donde fue encumbrada como la “Bella Valencia”. En España debutó en el año 1911 en el Teatro Romea de Madrid y fue un fracaso sin precedentes. Tórtola decidió pasar página ante la incomprensión del público español.
Cabe tener en cuenta que Tórtola Valencia supuso una ruptura para el público, acostumbrado a los espectáculos de corte clásico o de varietés que no tenían nada que ver con el estilo rupturista, vanguardista de la bailarina española. Sus bailes estaban llenos de influencias orientalistas, indias, africanas y árabes, reinventadas según su honda intuición y manera de entender la danza. Todo ello fue fruto de las investigaciones que realizó durante sus innumerables viajes, las lecturas y las visitas a distintos museos y archivos con las que se documentaba. Podríamos considerarla una arqueóloga de la danza. La artista española fue coetánea de Isadora Duncan o Anna Pávlova otras dos grandes de la danza y como ella misma declaró sin ningún tipo de pudor, eran las tres mejores bailarinas del momento.
En 1913 actúa de nuevo en España, en el Ateneo de Madrid, donde finalmente obtiene un éxito rotundo. Cuatro años más tarde, en 1917, hizo distintas incursiones en el cine mudo con filmes como “La Pasionaria” o “Pacto de lágrimas”.
Todo este universo estético y artístico tan personal fue lo que cautivó a intelectuales, artistas, periodistas y público de todo el mundo. En España miembros de la generación del 98 como Valle-Inclán o Pío Baroja le dedicaron poemas exaltando su personalidad, el poeta modernista Rubén Darío también le dedicó algunos versos memorables:
Iba en un paso rítmico y felino
a avances dulces,
ágiles o rudos,
con algo de animal y de felino...
La bailarina de los pies desnudos
Su falda era la falda de las rosas,
en sus pechos había dos escudos...
constelada de casos y de cosas...
La bailarina de los pies desnudos.
Bajaban mil deleites de los senos
hacia la perla hundida del ombligo,
e iniciaban propósitos obscenos
azúcar de fresa y miel de higo.
A un lado de la silla gestatoria
estaban mis bufones y mis mudos...
¡Y era toda Selene y Anactoria
la bailarina de los pies desnudos!
Ruben Darío, 1912
El 23 de noviembre de 1930 Tórtola Valencia se retira de los escenarios alegando el cumplimiento de una promesa. Ángeles, su compañera, cayó gravemente enferma y ella prometió que si se curaba dejaría la danza y así lo hizo. Sin embargo, la realidad era que Tórtola tomó consciencia de que era el momento de retirarse (ante la irrupción del cine sonoro y el cambio de los gustos del público). Y con el paso del tiempo podemos comprobar que supo retirase en el momento adecuado.
Barcelona la ciudad que la arropó durante la última etapa de su vida, siempre la acogió entre clamores, hecho que la motivó a recogerse en la Ciudad Condal en el año de su retirada con su amada Ángeles Magret-Vilá. Desde ese momento no se separaron jamás. Al llevarse 14 años de edad y para acallar los rumores, Tórtola adoptó a Ángeles como hija suya, lo que le sirvió de tapadera para vivir con tranquilidad el resto de sus días. Juntas recorrieron medio mundo y tras dejar los escenarios y aislarse de la vida pública, dedicó su existencia al coleccionismo, a la pintura, al arte, a la religión y a disfutar de la vida en común en el calor de un hogar inundado de recuerdos y huellas de un pasado esplendoroso.
Carmen murió en los brazos de Ángeles, la mujer de su vida, en su casa del barrio barcelonés de Sarrià el 15 de febrero de 1955.
De Ángeles tenemos poca información, pero sabemos que al final de su vida en 1962 dejó todo el legado de Tórtola Valencia (vestuario, álbumes de recortes de prensa, pinturas y documentos personales) al Institut del Teatre de Barcelona.
Un año después, en 1963 Ángeles Magret-Vilá murió y sus restos reposan junto a la Carmen real que solo pudo conocer con profundidad ella, la legendaria y olvidada Tórtola Valencia, en el cementerio de Sarrià de Barcelona.
El lema de la artista española era luchar y vencer. Y así lo hizo a lo largo de su vida.
Para saber más: “Tórtola Valencia. Una mujer entre sombras”, María Pilar Queralt, ed. Lumen (2005). Otra obra de interés: “Gent Nostra: Tórtola Valencia”, nº30, Irene Peypoch, Edicions de Nou Art Thor.
Hola, me ha encantado el articulo esta súper bien estructurado todo y explicado de maravilla. Solo una cosa, decís que están enterradas en el cementerio de Sarria y eso no es así están en el cementerio de Poble Sec de Bcn, el año pasado tuve el placer de visitar la tumba y ver allí los nombres de las 2 in situ. Saludos