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KTSALES: Una salida anónima.

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Hola chicas,

ahí va mi relato real…

Desde siempre recuerdo una infancia en que hubo una temporada que me hice pasar por Carlos, otra en que me empecé a fijar en las niñas durante un tiempo, y otra en que me enamoré platónicamente de una compañera de clase, a la cual rescataba en un viaje espacial a la hora del recreo.
Pero tenía 18 años cuando por primera vez observé por casualidad, a mi vecina del eficio de al frente, que era de mi edad, despedirse cariñosamente de una íntima amiga, me pareció tan maravilloso y dulce que me atrapó
Solía ir a una discoteca cerca de casa en horario de tarde, ahí me empapé de música, mucha música, me pasaba los días pegada a la cabina de los djs hablando con ellos, y un día coincidí con una chica preguntando por algo de los Smiths, empezamos a decir nombres de bandas juntas hasta que encontramos nuestra propia conexión. Era delgada como un suspiro, con el pelo largo y un flequillo recto en la frente, y unos ojos grandes y expresivos. Nos dimos los nombres y descubrimos que éramos vecinas, vivíamos en la misma calle separadas por dos manzanas.

Ella iba acompañada de un amigo amante, empezamos a vernos los tres, escapando en paseos y charlas en el coche de él.
Ella era estudiante de filología, y me ayudó a sacar mejores notas en las clases de lengua y literatura. Me apasioné más por los libros Por aquel entonces, en la escuela donde yo estudiaba, iban a publicar un periódico, y me pidieron que escribiera un pequeño relato porque habían leído algo mío no recuerdo en donde. Empecé a escribir poemas y a idear un relato corto. El primer poema era sutil y trataba de confesar algo difícil de declarar abiertamente: mi atracción y deseos por estar más cerca de ella. Una vez lo leyó ella, la tuve en vilo durante algo más de una semana. Iba sacando el trozo de papel de vez en cuando en el coche, en cualquier momento, preguntándome por el significado de éste verso y el otro, a veces delante de su amante, cosa que se me hacia difícil aclarar en su presencia. Llegó una noche, en que dimos vueltas en el coche los tres, hasta parar delante del viejo edificio delante de las fuentes de Montjuïc, por aquel entonces, aquello estaba abandonado, ahora es el museo MNAC. Teníamos una botella de vino que compartimos los tres. Eso la envalentonó a ella para volver a sacar el tema de mi poesía, y a mí para confesarlo escondida en el asiento trasero. Una vez aclarado, ella se cambió de asiento y vino hacía mí, se sentó a mi lado, y me besó en los labios, y él también. Todo quedó ahí hasta el día siguiente.
Ella me llamó a casa para invitarme a ir a verla a la suya. Su madre y sus hermanos se habían ido. Estábamos solas en su habitación. Recuerdo un temor dulce y terrible que me empujó a acariciarla y a besarla, sin vinos de por medio. Así mantuvimos un amor durante pocos meses, hasta que su madre descubrió mis cartas por la casa y se le ocurrió leerlas.
De repente, sin esperarlo, ella dejó de atender mis llamadas telefónicas y de abrirme la puerta, hasta que la última vez que me abrieron en aquella casa fue su madre para encararse ante mí y decirme que no quería verme más por ahí, porque no le gustaba la influencia perversa que tenía con su hija.
Yo tenía 18 años, me tuve que volver a mi casa, escondiéndome de mi madre, que era igual de intolerante, a llorar en el lavabo con mi recién corazón roto A nadie podía contarle nada de lo que me había ocurrido. Ella dejó de verme y empezó a salir con un chico. Pasaron quince años hasta que no salí del armario enteramente, libre de prejuicios y de las relaciones escondidas ante una fachada pseudo hétero.

Foto: http://www.flickr.com/photos/kkendall/3314553211/ by K Kendall

Puedes envíarnos tu salida del armario a [email protected]

 


1 comentario

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  1. nuria

    ..mas o menos..viví,algo semejante…

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