Una mañana de frÃo!!!
Es lunes, hace frÃo..voy a trabajar en coche. Se me hiela todo, apenas puedo pensar!
Besos para todas, menos para una.
Ana Satchi.
El final de la chica del metro, pi, pi, pi
Está vez he unido unos cuantos capÃtulos, para que podáis, escucharlo todo de un tirón.
Me abrió la puerta, y comencé a andar, me di la vuelta, pensé coño Satchi, pasa a la acción, venga ves a por….
venga ves a por, y me fui a por un Bar, en Cadaques, para sentarme tranquilamente y pensar en todo lo que habÃa sucedido.
Sé que algunas de vosotras, habéis pensado que esto acabarÃa mal, que podrÃa haber una muerte, pero no me seáis trágicas, que la Satchi tiene cuerda para rato…y nada de asesinatos….
(si quieres saber más, tendrás que escucharlooooo)…..
Besos para todas, menos para una.
Ana Satchi.
Si quieres escribirme [email protected]
Poema de Jaime Sabines.
Me apetecÃa grabarla…
ME DOY CUENTA DE QUE ME FALTAS…
Me doy cuenta de que me faltas
y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.
Cuando me quedo sola
me quedo más sola
sola por todas partes y por ti y por mÃ.
No hago sino esperar.
Esperar todo el dÃa hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormida
y terriblemente cansada
preguntando.
Amor, todos los dÃas.
Aquà a mi lado, junto a mÃ, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
y cuando llegues aquà empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un cÃrculo,
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mà igual que moscas,
en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinada.
Estoy arruinada de mis huesos,
todo es pesadumbre
Hasta que tú me abrazas,
y acaricias mi cuerpo con tus manos
y me llenas de besos
Aunque sea de lejos
aunque acaricie tu voz y no tus manos
aunque bese tu risa y no tus labios.
Poema de Jaime Sabines adaptado
Besos para todas, menos para una.
Ana Satchi
La mujer del metro.
Para las despistadas, vuelvo a subir los capÃtulos de la Mujer del Metro.
cosas que pasan en el metro…se puede conocer a mujeres, un poco extrañas, pero hubo una que me sorprendió.
Besos para todas, menos para una.
Cita a Ciegas
Un texto que me ha llegado de una de las chicas de Lesbianenado.
CITA A CIEGAS
PodÃamos conocernos.
Un café con leche humeando sobre la mesa. Pasos acelerados, carcajadas de niños saltando a la cuerda, adolescentes planeando su provisión de canutos y cervezas, perros correteando a sus anchas o levantando una pata para mear al calor de una acacia, llantos pidiendo teta… El parque de Juan Bravo, voces amortiguadas por el doble cristal de la ventana. Aire acondicionado, y sola en casa. La soledad pausada, con lo por hacer ya hecho - “Ahora tienes que pensar que buscar trabajo es una forma de trabajo” - de las seis de la tarde.
Un segundo de receso.
Nombre: Lourdes Beltrán
Fecha de nacimiento: 11-04-1969
Domicilio:juan Bravo…… Madrid
Empezaba a pensar que, de no encontrar trabajo, se acabarÃa volviendo loca. Los dÃas - lunes, martes, miércoles, jueves, viernes…- sin la ansiada llegada del fin de semana, sin esperas, sin tener que descansar… - sábado, domingo, lunes, martes…- demasiado parecidos a los dÃas, y las noches no podÃa conciliar el sueño.
Estudios realizados: Doctora en Historia/ Universidad Complutense.-Madrid.
Tesis: La convivencia intercultural en la España mozárabe.
Años de estudio que habÃan acabado cayendo de un suplido del currÃculum. En lo suy no conseguÃa encontrar nada, y en lo demás… nadie quiere a una licenciada que te deje colgada en cuanto encuentre algo en lo suyo. CÃrculo vicioso, quebraderos de cabeza y la sensación de haberse equivocado. Cursillos de informática, incursiones en Londres, paseos por el INEM, deseos desesperados de un cambio de sexo al entrar por la puerta de cualquier E.T.T.-”para colocar a un hombre no hay ningún problema, pero…”, la falta de independencia económica, osea, de independencia.
La sonrisa de Einstein, risueña, despistada, le distrajo un segundo desde el póster de la pared blanca de su oleada de rabia.
Aficiones: chatear.
Chatear a las seis de la tarde. Con la sensación del deber inventado por no sucumbir cumplido y su madre en la oficina. Su madre, mujer elegante, educada, discreta, con la que no compartÃa apenas nada - el plato de espaguetis a la carbonara, el desglose de opiniones con café viendo el telediario, y la certeza nunca pronunciada en voz alta de ser dos mujeres solas.
| www.chueca.com, |
y un cigarrito mientras se abre la página.
Su padre ya hacÃa años que no vivÃa con ellas. Desde que Lourdes cumplió los 16, ahora tenÃa ya 29. Y de los demás hombres que desde entonces podÃan haberse cruzado o no por la vida de Elvira, su madre, no sabÃa nada. Sospechaba que, por supuesto, habrÃan existido. Elvira, al borde de lo 50, se conservaba muy bien. Sus ojos rasgados, tan negros como su pelo, sus labios bien dibujados, su cuerpo… no podÃan haber dejado de despertar pasiones; sus ganas de vivir, su ansia de devorarlo todo, tampoco.
Ella tampoco le contaba nada a su madre. Sus pequeñas historias, pocas habÃan llegado a ser grandes, sus escarceos… TenÃa ya 29 años, y si a los 15, cuando empezó a darse cuenta, a ser consciente de sus sentimientos, cuando se enamoró por primera vez y supo que su forma de amar era amar a otra mujer, sus padres estaban demasiado ocupados y sordos intentando solucionar aquello que desembocó en divorcio porque no tenÃa solución; ahora era ella la que se habÃa quedado muda. Ya no deseaba copmpartir, y menos con su madre, lo que tanto tiempo lloró por no haber compartido.
Secciones: Lesbianas
Lesamistad
Lesmaduras
SÃ, sentÃa una extraña atracción por las mujeres maduras, por las mujeres en cuya mirada se adivinaba el rastro dejado por la vida. Pero entró en “Lesbianas”, sin especificaciones.
Introduzca su nick: Alter
“Alter”, porque podÃa permitirse el lujo de no ser ella, o ser tan ella misma, ser su alter ego, ese ella misma escondido en los rincones de lo prohibido , de lo por explorar, de lo tan suyo que nunca habÃa dado a nadie en voz alta, cara a cara, cuerpo a cuerpo. O Alter, quizá, por poner algo.
- Hola, Alter, ¡estás tan caliente como yo ?, podÃamos…- No, no podÃa, una flecha súbita sobre el aspa le devolvió al general.
Cotilla - ¿Qué tal la rave del jueves?
Pitufa - ¿ Alguien me invita a una caña?
No tenÃa nada contra el cybersexo, sólo que le hacÃa sentirse más sola y con más ganas de sexo. O que le costaba dejarse llevar, abandonarse… ¡No¡, si surgÃa en medio de una conversación con sentido…
Pulsó la flecaha para ver pasar los nombres en busca de alguien conocido, o algún nick sugerente.
- Abandonada
- Aburrida
- Abutarda - ¿y ésta?
- Ahoramismo - ¡qué decidida¡
- Alba
- Albacete38
- Alma - ésta siempre está por aquÃ, tan espiritual.
- Anochecer - la noche en todas sus formas.
- Anorexia - ¿si?, ¿o una gorda acomplejada?
- Atormentada - paso, necesito ser feliz.
- Aurora
- Besonegro
- Biciosa - ¿con be?
- Caliente
- Canarias 42
- Cautiva
- Elegante - ¿lo será?
- Lluna - paso de largo.
- SolomÃa
- Solotuya
- Solomillo
- Lluna - No, no querÃa hablar con ella.
Por lo que sabÃa… Una mujer mayor, madura, con ganas de una aventura, de vivir algo especial, de romper con la monotonÃa.
- Sólo busco una aventura esporádica - Le habÃa dicho la primera vez - Una locura.
A partir de ahÃ, largas conversaciones.
LLuna - Prohibidas las preguntas tÃpicas, o tópicas
- Entonces, ¿de qué hablamos?
- del mar, ¿has hecho alguna vez el amor en el mar?
No sabÃa nada de ella. Ni su nombre, ni el color de sus ojos, su pelo, sus labios, el tacto de sus manos, a qué se dedicaba, estatura… ¿SerÃa catalana llamándose Lluna?
Alter - PodÃamos conocernos.
Lluna - No, perderÃamos el misterio, las ganas, la magia…
Alter - ¿No querÃas una aventura, o me estabas habalndo de cybersexo?
Lluna - No insistas.
Y no querÃa insistir, ni sentir, ni hablar con ella, porque se estaba convirtiendo en su capricho, su sueño, su aventura. pero su nombre, entre todos los demás, despuntaba y pesaba, como un hechizo.
Un rectángulo en la parte superior izquierda de la pantalla, un privado.
Lluna - ¿No quieres hablar conmigo?
No, no querÃa, su nombre pesaba demasiado, de hecho habÃa estado a punto de apagar el ordenador.
Lluna esperó con ansiedad que la respuesta al menos no fuese el silencio. Ella también soñaba, también deseaba… por eso jugaba, porque le darÃa demasiado miedo hacer cualquier otra cosa.
Alter - No, quiero conocerte - tabulador, y la sonrisa de Lluna aliviada y preocupada.
- ¿Me estás planteando un ultimátum?
- No puedo hacer otra cosa.
- Dame tiempo.
¡Mierda¡ sabÃa que le darÃa tiempo… Todo el tiempo del mundo… Bueno, al menos a las siete y media, porque a las ocho llegaba su madre, y, aunque su madre jamás fisgaba entre sus cosas ni usaba su ordenador, habÃa contraÃdo la manÃa de, antes de apagarlo, meterse en “herramientas—-Propiedades de Internet”, y borrar el historial. Ninguna constancia de su lésbico paseo por el chat.
Lluna - Cuéntame qué has hecho hoy.
Alter - Siempre soy yo la que habla, ¿cómo estás vestida?
Lluna - Pantalón negro y camisa roja de seda
Alter - De seda…
Lluna - Me encanta el tacto de la seda salvaje sobre mi piel - Lluna se abrazó púdicamente dentro de su camisa azul de lino, intentando reinventarse el tacto de la piel - Pero háblame de ti.
SÃ, de ti… Esa jovencita que imaginaba frágil, carente de amor, morena de gestos tÃmidos, vaqueros sempiternos y pelo largo le habÃa hechizado. Alter… Quizá lo que ella deberÃa haber sido desde hacÃa mucho tiempo y nunca se habÃa atrevido. Lluna estrelló su cigarro intentando mantener la calma contra el cenicero. Claro que sus relaciones con los hombres no habÃan funcionado, siempre habÃa buscado en ellos algo que no les pertenecÃa. No sabÃa qué, no sabÃa qué querÃa ni qué no querÃa, pero se habÃa sumido en esa relación virtual - a la que habÃa ido a parar por un mero gesto de curiosidad o haciéndole caso a su subconsciente - y ya no sabÃa calibrar la medida de su deseo. Deseaba todos aquellos sueños que Alter dibujaba con mano sonámbula sobre la pantalla. Deseaba su ternura, su edad, su sabidurÃa, al menos sabÃa qué camino seguir en ese extraño tema del amor, y le quedaba tiempo. Deseaba ser Alter, con toda la vida por delante para zambullirse en ella, y sin miedos.
Alter - ¿Por qué no contestas, te has quedado muda?
Lluna - Te cambio tu edad por la mÃa. Deja de quejarte, no te sientas vacÃa. Lo peor que te puede pasar es arrepentirte de lo que no has hecho. Hazlo, haz todo lo que te pida el corazón. Y yo me he pasado toda la vida haciéndolo todo tan solo por no hacer otra cosa.
- No te entiendo.
- No hace falta - ¿Cómo le iba a entender? ¿Cómo se iba a explicar, si no sabÃa? No sabÃa nada, sólo que no querÃa una aventura, querÃa abrazarse a su ternura, enrolarse en la ternura de Alter para darle un golpe de estado a todo su pasado.
Alter - ¡ Estás triste?
Lluna - No, sólo sorprendida.
¿HabÃa sentido siempre asà hacia las mujeres? ¿HabÃa sido una lesbiana armarizada hasta tal punto? No, nunca lo habÃa pensado. Claro que habÃa deseado. HabÃa deseado a Clara, su más fiel amiga desde los tiempos del colegio. Incluso la habÃa besado. Pero no habÃa deseado tanto como para no permitirse engañarse. ¿O sÃ? de todas formas, la palabra “lesbiana”no le quedaba del todo grande. Era un nuevo traje bajo el que arroparse, y daba calor. Esa relación virtual no habÃa surgido de la nada, por algo estaba ahÃ, por algo habÃa entrado, por algo seguÃa entrando y chateando con Alter.
Alter - ¿No te acabarás arrepintiendo de no haberme querido conocer?
Lluna - No
Alter - ¿No qué?
Lluna - Te quiero conocer
Alter - Pero quieres que te dé tiempo
Lluna - Soy una cobarde, ¿verdad? - Silencio - ¿Verdad? hay una cafeterÃa cerca de Chueca, “La SastrerÃa”
Alter - Sé cuál es - “un poco pija” pensó, pero se ahorró el comentario.
Lluna - Mañana viernes, ¿a las cinco y media te viene bien? - todo le vendrÃa bien, menos que Lluna cambiase de opinión, ise iban a conocer¡ - Estaré en frente de la puerta, con un libro de neruda, el de los Veinte poemas , sobre la mesa - Acabó la frase y cerró la conexión.
Alter encendió otro cigarrillo y se quedó extasiada mirando a la pared. Se la habÃa imaginado tantas veces… que ahora no se la podÃa imaginar. mayor que ella, una mujer elegante que pocas veces se dejaba guiar por sus impulsos… Lluna salió despacio de la oficina, no podÃa pensar en nada, se fue a comprar una camisa de seda salvaje roja renunciando a la copa de cada tarde.
Alter no podÃa dormir. Por muchas preguntas que se hiciese no conseguà dar con ninguna respuesta. Un exceso de falta de fe le hacÃa sentirse como quien va al matadero, y una disparatada capacidad de ilusionarse lanzaba al vuelo campanas de boda. Una ceremonia tan simbólica como sencilla, un fin de semana perdidas en el monte con todos sus amigos, comiendo paella, ensaladas y chuletas abrasadas en grandes parrillas, tortillas… y regando su felicidad con vino. ¿Cuántas veces hay que romper un corazón para que no sueñe? No querÃa pensar. QuerÃa y no querÃa. Pero no podÃa sentarse a detener su chorro de imágenes ante el televisor porque su madre estaba fumando en el salón.
Lluna decidió llegar antes de tiempo. Siempre es más fácil la postura del que está sentado. sabÃa lo torpe, lo insegura que podÃa sentirse, conocÃa demasiado bien su temblor imperceptible para los demás, para ella paralizador. Apoyó el libro de Neruda sobre la mesa, le pidió al camarero una cerveza, y sus dedos comenzaron a jugar con él. Colocándolo en el centro para que se viese más mientras le asaltaba un estúpido rubor, un poquito más al borde, un poquito más…bajo los brazos, con el bolso encima… Sólo se podÃa ver ella misma , ella y su rubor. Alter también se habÃa propuesto llegar la primera, pero la puntualidad no era su fuerte. Cerró los ojos, contó hasta diez… y al entrar topó de bruces con su madre.
-¡Hola Lourdes¡ - se habÃa levantado a pedir otra cerveza - ¡Qué coincidencia¡ ¿Has quedado aquà con tus amigos?
- Sà - Susurró, mentir no era su fuerte. Por un segundo pensó que pasase lo que pasase Luna le habÃa calado tan hondo que al menos serÃan amigas – SÃ, claro. Ahora llegarán - ¿Y qué iba a hacer si llegaba estando su madre? PodrÃa irse y pedirle disculpas en cuanto volviesen a encontrarse en el chat, explicárselo. ¿Y si se enfadaba tanto que no volvÃa a entrar?
– - Hija, yo la verdad es que me iba ya – Mientras le daba dos besos ruidosos y acelerado
– s se le volcó el bolso y se agacharon las dos a recoger su contenido. Una barra de labios, un pequeño espejo, el monedero, el libro de neruda – Sus miradas se cruzaron por un momento - ¡Nos vemos en casa¡
Alter ocupó la mesa donde habÃa estado sentada su madre. No iba a hacer nada de nada. El camarero se acercó con una cerveza.
– - ¿Es para usted? La ha pedido la señora que acaba de marcharse.
– - SÃ, es mÃa – Le gustaba mirar cómo suben las burbujas, diminutas burbujas de oro.
Elvira se dió cuenta de que la falataba muy poco para echar a correr.No podÃa echar a correr. Ella era Lluna, y Lluna habÃa decidido ser valiente. ¡No¡ ella era Elvira, y no tenÃa ni idea de qué contarle a su hija, de cómo explicarle cómo habÃa llegado ella a ser Lluna. Pero las dos habÃan visto el libro, y si ahora no hablaban ya no podrÃan volver a hablar. Si callaban, si hacÃan como que nada habÃa pasado…. Giró sobre sus pasos. Ya se le ocurrirÃa por dónde empezar. Al menos tenÃa un as en la manga. Ella era Lluna, y Lluna y Alter siempre habÃan sido sinceras entre ellas, mucho más sinceras de lo que Elvira y Lourdes habÃan sido jamás, y su sinceridad les habÃa llevado a quererse.
Besos para todas, menos para una.
Ana Satchi
Déjate Dormir-Deseo 1.

cierro los ojos..y te llevo a mi cama, te desnudo, te beso, te descubro te deseo, te poseo..me cierras los ojos, me besas, me deseas, me descubres, me posees..me gusta, te gusta…queremos más…hay más aún…nos fundimos, apretamos, sudamos, respiramos, llegamos y empezamos, y asÃ..una vez, y otra…amanecemos juntas muy, muy juntas, pegados nuestros cuerpos, nuestros humedades, nuestros deseos..nos sentimos felices…pero con tantas ganas la una de la otra, que hasta nos da un poco de miedo…
miedo a dejarnos llevar por la pasión, por la ternura, por el desenfreno, ganas de descubrirnos ante la evidencia, que mi cuerpo, el tuyo, el mio, se entregan ya, se olvidan el uno del otro para formar parte de un solo cuerpo, cegado por la pasión, no sé, no sabes, donde empieza mi deseo y donde acaba el tuyo, me tocas, te toco y las dos sentimos tanto, tanto y tan intenso que duele, duele pero es doler de descubrir que nuestra manera de amar, de querernos, de atraparnos la una en la otra, nace de tan dentro de nuestros corazones…
es tan profundo, que hace que todo vibre, que todo sea el mismo tono, la misma melodÃa, los suspiros, los gemidos, los gritos, los besos, las lenguas, que todo sea el mismo cÃrculo, pero no un cÃrculo cerrado, sino un cÃrculo que se adapta a nuestro sentir, a nuestra manera de comunicar y llegar al alma la una de la otra, nos corremos, el placer sigue aumenta, no desaparece, se transforma, estás exhausta, yo también..te miro, me miras y el deseo nos lleva a un lugar conocido, al principio, al principio de aquel primer roce, de mi mano en la tuya, aquel beso casual en la calle, nos lleva al coche, a mi casa…a los msj., a los deseos, a los miedos, al amor, nos lleva a esa dÃa en el que me dijiste: ¿hacemos algo las dos?
el contacto fÃsico nos perdió la una en la otra y nos sigue perdiendo…
Besos para todas, menos para una.
Ana Satchi
Fábula: La plantadora de semillas.
Fábula: una mujer se dedicó unos cuantos años de su vida a plantar semillas en diferentes campos preparados para la siembre, alguna ellas dieron sus frutos pero al poco morÃan, la mujer pensó que sus manos no eran aptas para la siembra, o que las semillas tampoco eran de muy buen calidad, asà que decidió arrancar todas las semillas.
Pasó por allà una mujer y le empezó hablar de diferentes semillas y de como las cuidaba para que crecieran. Plantaron una semilla juntas y empezó a crecer. La primera mujer se enfadó un poco porque la otra plantaba mejor que ella y en nada el campo floreció. En un ataque de cólera, empezó a arrancar los frutos y la otra le dijo: ¿ahora que has aprendido a plantar vas a acabar con lo que ha empezado a crecer?. Moraleja: haz un curso de agricultura! Buenos dÃas.
Besos para todas,menos para una.
Ana Satchi.
Pásate por la nueva sección de InOutRadio: Berenjenales:
si la vida fuera un huerto, serÃa un berenjenal
Queramos o no, todo lo que ocurre a nuestro alrededor nos afecta de una u otra manera, porque formamos parte de ello. Y, puesto que somos parte implicada, tenemos derecho a opinar y a actuar.
Aquà opinamos y actuamos sobre las cosas que nos pasan al relacionarnos con nuestras parejas/amantes, con el mundo, con la vida. Cosas que, a veces, resultan complicadas de entender o de aceptar y darÃamos lo que fuera por tener a mano alguna que otra instrucción, más que nada para no meternos en berenjenales y poder salir airosas.
Aquà te damos algunas opiniones y recetas de supervivencia…
… porque si la vida fuera un huerto, serÃa un berenjenal. ¡Seguro!
Cuando la vida te da una segunda oportunidad…(para Quima y Eli)

La vida corre, la vida vuela…no hay descanso ni tiempo para pensar, trabajo, familia, hijos, amigos, estres, amor, desesperación, dudas, arranques paradas..no puedo más.
Te llaman, la pareja de una amiga, ha sufrido un desmayo, se ha caÃdo en la calle y se la llevan en la ambulancia, está ingresada, pruebas, más pruebas, miedos, silencios, desesperación, lágrimas, nos acercamos al hospital, la veo a ella llorando, lloro, nos abrazamos, está mal, la cosa pinta mal..hay que operarla, posibilidades de que salga bien, pocas muy pocas, los médicos lo cuentan, hay que operar, es joven, se hacen 33 operaciones al año de estás. Piensas lo peor, mi amiga está destrozada, deshecha, miles de preguntas le vienen a la mente, la volveré a ver?…entramos a la habitación a verla, en nada la bajan al quirófano a prepararla, me impresiona verla y me aferro a su vida, la mÃa poco me importa, le toco la cara, la ánimo con lágrimas en los ojos, las dejo solas, para que se despidan, en el pasillo ella le dice a su pareja: coge los bolsos, asà es ella preocupándose de cosas banales cuando se acerca un momento duro, se hace la entera, la valiente, ¿como estará por dentro?…se la llevan…
Cuando la vida te da una segunda oportunidad, te emocionas con el rayo de sol que acaricia tu cara… gracias…Q.P.
Besos para todas, menos para una.
Ana Satchi.


