¡¡Madre mia, padeces un transtorno de jeckyll y hyde ¡¡jaja..relajate nena que te veo muyyyy alterada.No sé si te altera lo del barça o las obras en el piso de arriba pero estás atacaica hoy en el post.
Los dias de futbol son los mejores para ir a cualquier lado sin apreturas (aunque en esta época de crisis no hay muchas apreturas ya )a mi es que no me gusta nada .
A ver si te estiras un poquito más en otro post y que te aproveche ….lo tuyo de esta mañana jaja.
Satchi tinvito a los verdi a ver la room roma, u otra, con palomitas o sin palomitas, como prefieras. Pero no sé, así tan fácil la cosa… seguro que no te mola, jajaja. Ya en serio, es verdad, que pesadez de futbol. Y las obras, mi calle en obras, los vecinos de al lao, en obras. Pero los almendros están en flor…tachín )
Ea pos yastá. Ahora a ver si pillo un billete barato y le digo a mi chica, que he quedao a comer palomitas. Ella no come palomitas (en el cine) así entenderá que en realidad voy a una degustación de maíz,
Ya. Pero las cosas no son incompatibles: a mí me gusta el arte, degustar menús gastronómicos, filosóficos y libros y beber vino del Priorat y también el fútbol, la pizza y la cerveza. Sobre todo si el Barça juega como estas dos últimas temporadas: auténtica obra de arte. Ya sé que no es cool, que los futbolistas son once críos mimados, que cobran una absurdidad de millones, peludos (cuando no se depilan en plan metrosexual disfrazado de tatuaje) y ególatras que a penas saben completar, a veces, una frase; sé que es un negocio para unos pocos, pero no es algo que haya podido elegir (he intentado renunciar, pero, como otras muchas cosas, es imposible): soy del Barça, sin que eso me obnubile ni me impida disfrutar de otras muchas cosas probablemente menos banales. Es algo que noté cuando era una niña (la alegría inconsciente cuando ese equipo de camiseta azul y grana marcaba goles y cuando Johann Neeskens se volteaba en el medio campo con sus tobilleras blancas), coincidiendo con el momento en el que también me di cuenta de otras muchas cosas, como que… me habría gustado ser Neeskens. Por ejemplo.
¡¡Madre mia, padeces un transtorno de jeckyll y hyde ¡¡jaja..relajate nena que te veo muyyyy alterada.No sé si te altera lo del barça o las obras en el piso de arriba pero estás atacaica hoy en el post.
Los dias de futbol son los mejores para ir a cualquier lado sin apreturas (aunque en esta época de crisis no hay muchas apreturas ya )a mi es que no me gusta nada .
A ver si te estiras un poquito más en otro post y que te aproveche ….lo tuyo de esta mañana jaja.
Chao satchi.
k pesados kon el barça!
lo mejor es ir al cine sin dudas!
la chica del 4×4!!!!(L
besos Satchi!
Satchi tinvito a los verdi a ver la room roma, u otra, con palomitas o sin palomitas, como prefieras. Pero no sé, así tan fácil la cosa… seguro que no te mola, jajaja. Ya en serio, es verdad, que pesadez de futbol. Y las obras, mi calle en obras, los vecinos de al lao, en obras. Pero los almendros están en flor…tachín
)
acabo de ver el mensaje, ahora, así que quedamos para comer palomitas…y la peli bueno…miramos la cartelera. Pronto a coger almendras del árbol.
Ea pos yastá. Ahora a ver si pillo un billete barato y le digo a mi chica, que he quedao a comer palomitas. Ella no come palomitas (en el cine) así entenderá que en realidad voy a una degustación de maíz,
vale, pues yo también le digo lo de la degustación, a ver si cuela. Hay diferentes variedades de maíz verdad?
Menos mal que algunas preferimos cualquier cosa (cama, Arte, Gastronomía…etc) antes que ver un partido de fútbol…
Ya. Pero las cosas no son incompatibles: a mí me gusta el arte, degustar menús gastronómicos, filosóficos y libros y beber vino del Priorat y también el fútbol, la pizza y la cerveza. Sobre todo si el Barça juega como estas dos últimas temporadas: auténtica obra de arte. Ya sé que no es cool, que los futbolistas son once críos mimados, que cobran una absurdidad de millones, peludos (cuando no se depilan en plan metrosexual disfrazado de tatuaje) y ególatras que a penas saben completar, a veces, una frase; sé que es un negocio para unos pocos, pero no es algo que haya podido elegir (he intentado renunciar, pero, como otras muchas cosas, es imposible): soy del Barça, sin que eso me obnubile ni me impida disfrutar de otras muchas cosas probablemente menos banales. Es algo que noté cuando era una niña (la alegría inconsciente cuando ese equipo de camiseta azul y grana marcaba goles y cuando Johann Neeskens se volteaba en el medio campo con sus tobilleras blancas), coincidiendo con el momento en el que también me di cuenta de otras muchas cosas, como que… me habría gustado ser Neeskens. Por ejemplo.